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sábado, 18 de mayo de 2013
Puerto Ayacucho: Magia en el Amazonas
Puerto Ayacucho es la capital de estado más joven que existe en Venezuela. Fue fundada apenas en 1.924 y cuatro años después la convirtieron en capital del territorio. Es que estas selvas eran muy violentas y la capital anterior, San Fernando de Atabapo, quedaba muy lejos del poder central y había que atravesar los raudales de Atures y Maipures, para poder llegar a ella.
En 1.800 Humboldt exploró toda esta zona, para documentar la insólita unión natural del río Amazonas con el Orinoco, por medio del Brazo Casiquiare. Codazzi también vino en 1.837, a reconocer esta geografía tan especial que todavía hoy en día nos asombra. La historia cuenta que más de treinta gobernadores perdieron la vida en Amazonas entre los años de 1.831 y 1.902. Tomás Funes: “El Terror del Amazonas”, fue dueño de estos territorios cuando el caucho y el balatá eran los principales motores económicos de la selva. Al final, Funes murió fusilado en la Plaza Bolívar de San Fernando de Atabapo, por el guerrillero anti-gomecista Arévalo Cedeño.
Al llegar a Puerto Ayacucho, impregnados con tantas historias, nos fuimos al “Mercado de los Indios” que resulta interesantísimo y allí compramos cestas yanomamis, collares piaroas, pulseras guajibas, artesanía yekuana.
Enfrente del mercado se encuentra una joya única en Venezuela: El Museo Etnológico Enzo Cecarelli. Aquí hay cuatro salas, en las cuales se presenta la forma de vida de las etnias más numerosas del estado Amazonas. Ninguna visita a Puerto Ayacucho está completa, sin una visita a esta exhibición de nuestras tradiciones originales.
Al salir del museo, a solo una cuadra, encontramos la Plaza Bolívar y a la Catedral de Puerto Ayacucho. En el techo de la Catedral hay una pintura de Cristo crucificado, que tiene un efecto visual muy curioso; si uno se queda mirando hacia arriba mientras camina por la iglesia, la mirada del Cristo te sigue.
Después de la Catedral fuimos a pasear por los alrededores de Puerto Ayacucho, y visitamos el balneario de “Pozo Azul”, que es un manantial precioso. También fuimos al Parque Nacional “Cerro Pintado”, donde se encuentran los petroglifos más grandes hasta ahora encontrados en Venezuela; tienen 5.000 años de antigüedad y están hechos en una roca altísima.
Desde allí continuamos por la carretera y vimos la “Piedra de La Tortuga”, enorme y serena. Finalmente llegamos al famoso “Tobogán de la Selva”, que es un chorro enorme sobre una laja, desde la cual uno se deja resbalar hasta caer en una piscina natural enorme.
Realmente Puerto Ayacucho es un lugar mágico, como no hay otro en Venezuela. Te recomiendo que lo conozcas con tu pareja o familia, para que quieras aún más a este bello pedacito de tierra que Dios nos prestó para vivir y morir.
COMO LLEGAR:
Se puede ir por tierra desde Caracas, vía San Fernando de Apure, montando tu carro en la chalana del Orinoco. El trayecto es bonito todo, y toma unas nueve horas desde Caracas, manejando constante.
Por aire Conviasa, teléfono: 0-500-CONVIASA, vuela desde Maiquetia a Puerto Ayacucho ofreciendo un servicio a bordo muy correcto.
DONDE ALOJARSE:
El mejor hotel de Puerto Ayacucho es sin lugar a dudas el “Gran Hotel Amazonas”, teléfono: (0248) 809.00.99, recientemente remodelado por la Gobernación y muy bien situado. La mejor posada de la zona es “Orinoquia”, justo al borde del río Orinoco y propiedad de Cacao Travel, teléfono: (0212) 977.12.34. Esta posada es realmente espectacular, y queda a solo quince minutos de Puerto Ayacucho.
DONDE COMER:
El mejor “Lau-lau” en cartocho que me he comido en mi vida, ha sido en el restaurante “El Túnel de La Estancia”, de Puerto Ayacucho. Venía envuelto en su papel de aluminio y muy bien aderezado con aceitunas, cebollas y especias. Lo acompañamos con “Cabeza de Gallo”, que es una especie de arroz de mañoco, y le echamos bastante “Catara”, que es el picante de la selva y le dio un sabor imborrable.
NO OLVIDES:
Llevar mucho protector solar, repelente para insectos, un sombrero para protegerte del sol y un buen libro como “Cartas de una desconocida” escrito por Stephan Zweig, para que comprendas mejor las dimensiones pasionales del amor no correspondido, por medio de la pluma de este genio austriaco que puso fin a su vida tristemente en Brasil.
Hacer “rafting” de aguas bravas por el Orinoco, con Javier Vielma, que es un experto conocedor de estas latitudes. Su compañía “Tadae”, queda justo en la Plaza de Los Indios. Pasear por los rápidos de Atures es una experiencia que nunca olvidaras.
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