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miércoles, 25 de septiembre de 2013
Sao Paulo y Río de Janeiro son ciudades fabulosas
Brasil es un enorme y bello país tropical, con una característica que lo distingue de todas las demás naciones de la tierra; la actitud de su gente. Las vastas diferencias raciales, culturales, religiosas, territoriales y sociales se esfuman como por arte de magia, ante un hecho social decisivo que constituye la simpatía congénita del brasileño. Con tantas diferencias que parecieran insalvables, los brasileños tienen una marca de nacimiento común que es su sonrisa indeleble. Ese detalle que pareciera banal, hace que cualquier viaje a Brasil sea una experiencia gratificante. Imposible regresar del Brasil sin varios amigos adicionales en nuestros Facebook, nuestras almas y en nuestros recuerdos.
Mi último viaje a Brasil comenzó por la ciudad de Sao Paulo, que es impresionante. Gente bella, alegre y amable en todos lados. Al dejar nuestras maletas en el hotel nos fuimos al Museo de la Lengua Portuguesa, que me pareció único en el mundo. Luego fuimos a la Pinacoteca, www.pinacoteca.org.br, ubicado en un edificio precioso que era el antiguo liceo de artes y oficios de la ciudad. Entre obras de Rodin y cuadros de autores brasileños, nos asombramos con este museo de arte más antiguo de Sao Paulo.
Después de hacer una alto para almorzar en una churrasquería deliciosa, conversando con los brasileños fuimos descubriendo palabras portuguesas divertidas y comenzamos a compenetrarnos con esa complicidad ingenua, que tanto ayuda al espíritu en los viajes.
Visitamos el Museo del Fútbol, www.museudofutebol.org.br, que nos encantó y cerramos la noche cenando en un restaurante muy lujoso llamado Terraco Italia, en lo alto de una torre con la mejor vista sobre Sao Paulo. Entre las fotografías para el recuerdo y la placa en la pared que certificaba la visita de la Reina Elizabeth de Inglaterra a este establecimiento, la felicidad brasileña se nos contagió a través de la sensual palabra portuguesa “gostoso”, que traducía nuestra dicha casi infantil por estar en esta vibrante ciudad.
El día siguiente recorrimos el barrio japonés, el Museo de Bellas Artes, el Mercado Municipal y todo lo que uno puede hacer en unos pocos días en esa bella ciudad.
El tiempo pasó más rápido de la cuenta y tuvimos que embarcar para Río de Janeiro, que les confieso es una de mis ciudades preferidas en el mundo; de esas que uno escogería para vivir el resto de sus días. Al llegar nos fuimos del aeropuerto directo a Copacabana, que con sus casi 4 Km de longitud y arena fina es sin duda su playa más famosa de Río. Copacabana es la cara de la ciudad, dónde se encuentra la mayor concentración turística y hotelera de Río.
Justo al lado de Copacabana queda Ipanema, que es una playa preciosa con más de 2 kilómetros de arena fina. Tiene zonas definidas, áreas donde se agrupan familias, deportistas (jugadores de fútbol de arena, voleibol, surfistas), artistas, etc. La zona de Ipanema es más costosa que Copacabana y alberga mejores restaurantes y hoteles.
Luego seguimos a la playa Leblon, que es el área más distinguida y costosa de todo Río de Janeiro. Al final de Leblon se tiene una bella vista del Morro Dois Irmaos, uno de los morros característicos de Río, llamado así porque está coronado por dos picos muy similares. Si buscan exclusividad y más tranquilidad Leblon es el sitio.
Pero no se puede hablar de Río de Janeiro sin mencionar al Cristo Redentor, que es la estatua más impresionante y emblemática de todo el país. Tiene 38 metros de altura y está situada en la cumbre del Morro del Corcovado. La estatua es la imagen del Brasil en todo el mundo. Para llegar al Cristo, se sube a través de un tren que pasa por un hermoso bosque tropical y al llegar se obtienen las mejores vistas sobre Río.
Otra visita obligada es el Morro de Pan de Azúcar, situado en un lugar estratégico de Río de Janeiro, muy cerca de la ensenada de Botafogo y de la Bahía de Guanabara. Al Morro se accede a través de un teleférico, construido por el ingeniero brasilero Augusto Ferreira Ramos, inaugurado en el año de 1912. Éste fue el primer teleférico instalado en Brasil y el tercero en el mundo.
Sao Paulo y Río de Janeiro son ciudades fascinantes que están listas para recibir a los asistentes al Mundial de Futbol y bien vale la pena visitar en cualquier época, por algo reciben millones de turistas al año. Este viaje fue encantador, y quedará para siempre en la colección de momentos bellos de nuestra vida.
COMO LLEGAR:
Fuimos a Sao Paulo y a Río con TAM Airlines, www.tam.com.br, teléfono: 0-800-100.85.86, que vuela diariamente desde Maiquetía. Servicio excelente, puntualidad impecable, aviones cómodos y personal amable. El vuelo dura 5 horas y media. Como TAM pertenece al grupo Star Alliance, las millas se acumulan con muchas líneas aéreas mundiales.
DÓNDE ALOJARSE:
En Sao Paulo nos alojamos en el hotel Bourbon Convention Ibirapuera, www.bourbon.com.br, muy bien ubicado enfrente a un centro comercial enorme. Ideal para negocios, el complejo posee más de 600 habitaciones y muchos salones para reuniones. Sin lujos ni pretensiones, el hotel llenó nuestras expectativas y lo recomendamos.
En Río de Janeiro utilizamos el Hotel Marina Palace, al frente de la Playa de Leblón y al lado de la playa de Ipanema. Súper bien situado con un servicio correcto, y precios manejables.
www.hoteismarina.com.br.
DONDE COMER:
Carnes de primera en la churrasquería “Fogo de Chao”, www.fogodechao.com.br,
Las mejores pastas en el ambiente más romántico de Sao Paulo, en alguno de los seis restaurantes de la Familia Mancini, www.waltermancini.com.br, que están en una calle preciosa y muy animada, uno al lado del otro.
La tradición indica que los sábados en Brasil se almuerza Feijoada en la familia. Fuimos al restaurante “Bolinha”, www.bolinha.com.br, a probar el famoso plato brasileño y nos encantó a todos.
DONDE COMPRAR:
Los sábados en Sao Paulo hay que ir al mercado de la Plaza Benedito Calixto, porque es precioso, pequeño y venden antigüedades de todo tipo al aire libre.
La calle Oscar Freire está llena de boutiques de moda, cafés y galerías de arte. Es un lugar ideal para ver y ser visto; gente bella y snob saludándose como si lo hubieran ensayado, lujo y glamour en cada esquina.
En el barrio japonés de Liberdade venden todo tipo de baratijas orientales, y los domingos hay un mercado libre con tarantines de comida y recuerdos.
La calle 25 de marzo es el lugar más popular de compras en Sao Paulo. Dicen que es peligroso, pero yo vi policías en cada esquina, por lo que no sentí ningún peligro. Venden ropa muy barata, disfraces, zapatos y artículos de todo tipo.
El Centro Comercial Iguatemi en Jardim Paulistano es lujosísimo; la joyería Tiffany & Co recibe a los asistentes en la fachada, pero adentro están las boutiques de Chanel, Bulgari, D & G, Lacoste, Vuitton y muchas otras que revelan el enorme mercado del lujo que hay en Sao Paulo.
DONDE RESERVAR:
En tu agencia de viajes de confianza o en la línea aérea y hotel que escogiste.
NO OLVIDES:
Tener la vacuna de la fiebre amarilla al día, por si acaso te la piden. En Sao Paulo visitar el Museo de la Lengua Portuguesa en la Estación de la Luz, www.museudalinguaportuguesa.org.br, es novedoso y realmente espectacular.
Comer sándwiches de mortadela y pasteles de bacalao, que son los platos populares en el Mercado Municipal de Sao Paulo, que está en un edificio espectacular.
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